su sonrisa de perlas
me hace estremecer,
como si la mañana
estuviera hecha
solo para dejar mi amor
por ella
crecer y crecer.
Pero que cautivadora belleza,
la que admiro al almorzar.
Ella opaca a la grandeza
del ardiente sol
a la mitad del día.
No se si seré yo,
o será ella,
pero la sensación de certeza,
al sentir su cabeza
en mi pecho al anochecer,
me hace creer,
que en la luna de sus ojos
he de encontrar mi perecer.
Para así encontrar el camino,
que de su mano,
me lleve al destino
de tocar lo divino
de este amor cautivo.
Autor del poema : Joel Ramirez S
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